Si bien recién empieza la siembra de trigo, la intención indica que el cereal podría volver a sus niveles más bajos en superficie, con un total de 3,5 millones de hectáreas para la campaña 2015/16 estimados por la Bolsa de Comercio de Rosario. Podría sembrarse inclusive menos que en el ciclo 2012/13, cuando se cubrieron 3,55 millones de ha.
La disminución la encabezan las provincias del Norte del país y Entre Ríos, con reducciones que están cerca del 50%.
En Santa Fe y Córdoba las caídas esperadas estarían en el orden del 16%. Buenos Aires podría perder cerca de 300.000 ha sobre los 2 millones que registró en el ciclo anterior. En el principal núcleo triguero del sudeste bonaerense, el potencial de caída interanual podría superar el 30%, lo que comprometería la capacidad productiva nacional.
A esta altura del año pasado, junio mostraba un escenario hídrico que se calificaba entre muy bueno y el Norte argentino o Santa Fe. Lo mismo para Buenos Aires. Esta vez reina una extraña contradicción en el clima porque a pesar de que, en general, predomina un ambiente de alta saturación, las perturbaciones de los niveles medios de la atmósfera se mantienen estables.
Esto hace que no alcancen a producir las precipitaciones necesarias para la cama de siembra de muchas regiones.
Las altas cargas pluviométricas que se produjeron durante el verano, sobre todo al Oeste de la región pampeana, dejaron en profundidad reservas suficientes como para cumplir con el ciclo del cereal.
Incidencia
El factor económico está teniendo una importancia más relevante que el factor agroclimático para decidir las siembras de este año. La incertidumbre comercial y los malos resultados económicos que caracterizan la campaña de este cultivo otra vez instalaron un escenario de retracción del área a sembrar con trigo.
Hasta ahora se sembró el 11% del trigo a nivel nacional, contrastando con el 25% que se observaba para esta época el año pasado, con mejores condiciones de humedad en los estratos superficiales del suelo.